Cuando Maryanne comenzó a hablarme sobre su vida, mi primer pensamiento fue: “esta chica necesita que le den unas cuantas lecciones”. Y es que ella es una mujer cuya naturaleza se inclina a buscar siempre una perfección que no existe. En otras palabras, con Maryanne no hay medias tintas. La amas, o la odias. Así de simple.
Tras la muerte de Elizabeth, Maryanne se refugió en el deporte y reprimió todas sus emociones. Ella es extremadamente rígida, organizada, siempre vive pendiente del reloj, una mujer que no se permite cometer errores. Y, de paso, que otros los cometan. Es por ello que una serie de sucesos ocurridos en algo más de un año y medio le cambiaron la perspectiva de la vida y del amor.

El Accidente

Maryanne siempre ha sido considerada por los conocedores del deporte como “La Reina de las Nieves”, cosa que no le agrada. En parte, es un toque de humildad; sabe que pueden haber esquiadoras mejores que ella. Por otro lado, es su afán de perfección quien la obliga a renegar de tal distinción. Maryanne cree firmemente que, para ser “reina”, no se deben cometer errores. Así que ella piensa que lo ocurrido en Italia fue su culpa más que lo que realmente fue, una cadena de circunstancias que derivaron en un desafortunado accidente. Esta es la primera lección que tiene que aprender: debemos perdonarnos a nosotros mismos cuando cometemos errores.

La traición de su prometido

Maryanne atesora la lealtad, lo cual es un punto a su favor. Lamentablemente, puede ser cruel con los que fallan. Claro, que a nadie le gusta que le engañen, pero a veces Maryanne lo lleva a niveles absurdos. La traición de Damon, su ex prometido, le hizo ver que su vida aparentemente idílica no lo era del todo. Habían muchas cosas que estaban mal en la relación desde mucho antes de la infidelidad de Damon y ninguno de los dos estaban dispuestos a reconocerlo. Por supuesto, no vamos a obviar el hecho de que Damon abandonó a Maryanne cuando ella más lo necesitaba, en pleno proceso de recuperación del accidente, para irse con Kelly. No obstante, Damon le dio una lección a Maryanne: no todo es blanco o negro, hay una amplia gama de grises que forman parte de la vida.

La muerte de su padre

La relación entre Maryanne y Maxwell St. John distaba de ser perfecta. Personalidades muy parecidas (aunque podríamos decir que Maryanne heredó de ambos padres su carácter testarudo y decidido), el orgullo se impone sobre el amor a veces, pero ¿será tarde para rectificar? Puede que tras la muerte, todavía haya esperanza para nuestra Merry…

A.J.

Los sucesos anteriores abonan al carácter de Maryanne, que podemos resumir como un miedo atroz. Es entonces que A.J. entra en el panorama, y todo cambia. A.J. la descoloca, la desarma, la rompe y la reconstruye a un nivel que nunca experimentó antes. ¿Y qué hace ella al respecto? Se refugia en su “tabla de salvación”: su instinto de supervivencia la hace huir, presa del miedo a perder su corazón. Lo que no sabe ella es que el amor es más fuerte que el miedo… Y hará su magia en la chica dura, pendiente a complacer las expectativas de otros que no deja que nadie se le acerque.


Maryanne pasará por un proceso de introspección mientras ella y A.J. intiman, y la hará ser mejor mujer, al igual que A.J. es mejor hombre gracias a ella y a las experiencias de la vida. Pero de A.J. les hablaré pronto. Por ahora, espero que puedan comprender mejor a Maryanne. Una mujer que renace de las cenizas esparcidas en la montaña nevada de Italia que dio un giro de 180 grados a su existencia.

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